ACCIDENTS POLIPOÈTICS

Accidents Polipoètics


Pasé una noche turbia, y la pasé fundamentalmente solo, aunque fuera en una discoteca. A mi alrededor la gente bailaba, por qué no, algunos amigos hablaban entre ellos y pocos se acercaban a mí para decirme nada. Otros estaban enfadados, algunos tristes, en cualquier caso lejos de mí, distantes, gravitando alrededor sin aproximarse demasiado. Sólo cuando seamos felices dejará de existir el tiempo. Y como yo no lo era, tenía en alta estima el tiempo, el pasado y el futuro, en concreto, que me apretaban y devoraban; y que aún siguen haciéndolo. Por esa misma razón recordé en la discoteca que unas horas antes había estado en un bar y alguien comía un arroz a mi izquierda y quién me amaba no me daba besos ni me miraba con amor y los hombres iban y venían sentándose y levantándose, haciendo negocios en la barra con chaquetas de cuero, de pana, toda clase de chaquetas; y bebían, y yo también bebía, y había en todas partes una luz terriblemente rosa, inaguantable. Y en el bar recordé que una hora antes había entrado en la Casa de las Conchas acompañado y me había sentado con alguien y dos hombres subieron al escenario para hacer una lectura poética. Recuerdo que quién me acompañaba enseguida se levantó con un pretexto absurdo y se alejó de mí, que esa misma persona prometió volver y no volvió en toda la noche –aunque estuvo ahí, presente, ensimismada-. Pero me doy cuenta de algo. No me preocupó demasiado. Me fijé en aquellos dos personajes que había sobre el escenario. Lo que leían era sencillo, pero poderoso. Jugaban con las voces, se turnaban al hablar o leían al mismo tiempo con precisión milimétrica. Hacían reír. Tras cada poema el público aplaudía. Se movían por el escenario, articulaban su lectura en un espacio que –por fin- implicaba a los espectadores. No creo que sea necesario comentar la calidad de Accidents Polipoètics, sin duda es lo mejor –en cuanto a Las Conchas Silenciosas se refiere- que he visto en este festival. En ese momento no llovía, antes había estado lloviendo y yo había atravesado la ciudad atribulado, mojándome entero, sólo por algo que en verdad, y ahora lo comprendo, era difícil y era en vano. Pero ahora me pienso a mí mismo en el conjunto de la noche. Y lo que veo es a alguien imbécil que todo el tiempo pensaba en el futuro y en el pasado, alguien para quién cada paso era un deseo de algo, un objetivo a conseguir. Y de pronto me detengo y recuerdo el rato que pasé en la Casa de las Conchas. Allí no había nadie conocido junto a mí, estaba yo solo en una silla. Los demás se habían marchado hacia atrás. Pero entonces, eso que antes y después me había molestado, que se alejaran, me dio igual. Sólo escuchaba a los dos hombres que había sobre el escenario, y reía, y me sentía bien, sereno. No me preocupaba nada, no pensaba en lo que pasaría después ni en lo que pasó antes. Así que es cierto, cuando somos felices deja de existir el tiempo. Me alegra saberlo, haber podido comprobarlo. Le doy las gracias a Accidents Polipoètics por el rato que me hicieron pasar. Y a la vez que les doy las gracias, maldigo una y mil veces una verdad que surge dentro de mí, ahora, y se apodera de todo, una verdad que se resume en cuatro palabras: que yo no soy feliz.


Víctor Balcells Matas




0 comentarios:

Publicar un comentario

REVISTA MOMBAÇA

Editor: Jorge Páez.

jorge.elgerentegeneral[arroba]gmail.com


Coordinación web: Ben Clark

correoclark[arroba]gmail.com

La Revista Mombaça es una revista de distribución gratuita. Los colaboradores de Mombaça se reservan todos los derechos de reproducción y uso de los contenidos de la Revista. Las opiniones de los colaboradores no tienen por qué coincidir con la de los editores de la Revista.

Blog Archive

  © Blogger template Noblarum by Ourblogtemplates.com 2009

Back to TOP