MOMBAÇA VII: Todo lo sólido se desvanece en capas



I


Bajo los efectos (Under the Influence)
Ella fuma acodada al final de la barra.
Una luz revela la blanca serpiente que exhala
por la húmeda boca pintada.
Ahora con gesto indolente
alza su cuello de garza
y se gira y mira
a los otros clientes.

Hay un destello lujurioso en la copa de champán burbujeante
que ella le ofrece sin hablar.
Todo es sedoso y leve…
mas de repente
Sobriedad
Ella está sentada en una de las mesas del bar.
Hay un maromo a su lado.
No fuman. Ella bebe café y él un refresco sin gas.
Ahora ella juguetea con la cuchara
y, notando que es mirada,
con ademán precipitado,
se quita el pelo de la cara.

Hay un esteta lujurioso que pega un trago de coñac en ese instante
para no dejar de soñar.
Todo es tedioso y huele.
Le gustan las imágenes de género.
No quiere una vida de verdad.



II


Todo lo sólido se desvanece en capas
(Capas de la cebolla, tan transparentes,
pero al unirse, tórnanse opacas.
En esa oscuridad
a un hombre lumbre busca la verdad)
He llegado a la espuma desde lo hondo
pues en la superficie claridad noto.
Tú has venido a decirme que somos libres, de tan poco peso
que, al desatarme, ascenderemos,
y, por un momento,
pólvora en el aire, contigo me encuentro.
Mas luego recelo
y me pregunto si conoces a tu ejército.
¿Quién ejercerá el poder en ese cielo?
¿Y qué harán esos patanes y sus borregos?
So many guns in clumsy hands…
Tal acumulación de capas sobre capas
tan delgadas que parecía que no pesaban nada
van a derribar el orden que os sustentaba.
¿Y qué harán los no alados sin asideros?
¿Acaso a un Hermes, un mensajero,
no le importa nada el destino
de aquellos sin alas en los tobillos?
Pero llévame ya del templo, ligero nuncio,
pues tu causa es ya mi causa,
a la vieja moral renuncio y al vencedor me entrego
con solo un último ruego:
Mientras derrumban el palacio de quien fue mi esposo,
no en el salón donde os jugabais mi pecho de gorrión
mas bajo un privado alero
¿nos será lícito hallar reposo
antes del gran vuelo
antes del gran vuelo?
Me das un sí sincero
y, verdad en fe transfigurada, en lo vano me elevo.


III


Fresas
cuentos infantiles
como la bella durmiente,
dibujos oscuros y afilados en el primer libro
que madre nos leía sentada en la cama
borrados de mi memoria durante años y sustituidos por Disney
omnipresente y omnipotente
y sin embargo
algo de ese color o los rasgos de esa primera princesa temible
está hoy en los cuadros que me gustan,
una presencia inquietante y amada
anunciando o definiendo el futuro.
Mitos infantiles
como esas fresas que vendían por correo
trepando por la hoja de la revista
rojas rojas rojas e inmensas,
así que mi hermana y yo insistimos infinitamente hasta que las compraron.
Me asombraba pensar con qué facilidad se alcanzaba el paraíso:
mi juicio infantil
que creía que una imagen era una firme promesa.
Pero las fresas
eran diminutas y por más que las regamos
nunca llegaron a trepar por nuestras vallas.
Fue difícil hacernos aceptar que se trataba de las mismas fresas
romper la resistente burbuja
y en el fondo sólo fingimos creer la versión de nuestros padres
mientras meditábamos sobre el modo de reunir el dinero
y hacernos con las auténticas, las inmensas fresas trepadoras.
Volar es tener el viento a favor, saber mover las alas.




Teresa Martín




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