CATPEOPLE: DESCARGAS DE CUERO Y UÑAS NEGRAS

No tardó el cielo en encapotarse. No tardó. Una multitud fluía a través de las calles Toro y Zamora, fugaces recuerdos de una tarde naranja en que bebimos del ponto y devoramos varias onzas de queso sin parpadear. Cerca del Cervantes vi, cámara en mano (o en cabeza, visión dividida en planos que se solapaban entre los párpados de hierro y cobre), como te anudabas en torno a un helado fosforescente, agua y polvo diseñado en casa de un químico nuclear frustrado y sin afeitar. Yo era cometa entre los reyes del pasado y tú insistías en lamer y lamer aquella forma no euclidiana bajo la lluvia. En un futuro que no conozco eres movimiento entre los juncos y te beso en la espalda bajo el faro. En un futuro que no conozco. Ahora, las abuelas duermen con frío en Salamanca y te alejas con zancadas poderosas, transportas el néctar que tus ubres me han vedado. Las cabras y los venados no están aquí para saciarse, no. El bajo negro de Catpeople me ha secado la baba de la boca pero a veces te giras para comprobar que te sigo. La gente se espesa y tus miembros se dividen ante mi asombro. Tu cabello de cheeto va dejando señal precisa de tu escapada, à bout de souffle, gritas que hoy tu corazón se balancea, que ahí van tus amigos y sus rayas. Por un momento te pierdo, go, go, go, you can lose my fortune, pastiche de guitarras y amaia montero me enseña sus nalgas destruidas, ¡basta! Llego al escenario, te pido un beso, no me haces caso, comes manzanas llenas de barro. Mi cortejo te sabe como a manzanas de mierda y te marchas al cvm laude a buscar a tu Juanjo. La gente aplaude y algunos piensan en el hombre de negro. La vida es vino o en su defecto sidra mal fermentada.

Borja Aguiló