KAP BAMBINO: SIEMPRE DICEN QUE SÍ
Difícil prueba de fuego la que se presentaba en la noche de ayer para los organizadores del festival. Era un día importante porque se medía el verdadero potencial del Cum Sonic. Era un día complicado: domingo; una hora complicada: 23:30, y una noche enrarecida: solamente había unas 20 personas a la hora señalada para el inicio, que tuvieron que sufrir el pésimo, vulgar, y bizarro gusto del Dj que les antecedía haciendo tiempo. Es una pena que artistas de la talla de este dúo francés tengan que iniciar su espectáculo precedidos por una música tan discorde con su trabajo y sobre todo tan carente de interés, tan grotesca.
El concierto comenzó tarde, pasadas las doce, para entonces había una mayor concurrencia, una entrada regular, lejos de las sesiones del viernes y el sábado, aunque es justo decir, que en los días previos hubo mucho "publico encontrado". Ayer solo los incondicionales, los que sabían que iban a un concierto, a un conciertazo. Un público joven les esperaba con una estética salida directamente de la Neo2. Jóvenes y rebeldes merodeaban tímidamente por el centro de la pista dejando lucir el último modelo en gafas de pasta, súper grandes, súper cuadradas, “súper divines”.
El bombín fue al suelo y la explosión se hizo carne, apenas una hora de concierto, pero a una intensidad espelúznate. El dúo Kap Bambino, formado por la desgarradora voz y la hiperactividad ultra enérgica (cualquier adjetivo es poco) de Caroline Martial y las bases de Orion Bouvier, no dejo indiferente a nadie. La elogiable improvisación interpretativa de su vocal bastó para llenar el escenario, la pista, el monitor, la mesa de los visuales… mientras un público sonrojado y semiestatico no sabía muy bien qué hacer. Tuvieron que pasar varios minutos para que la interacción hiciera de este show un directo sobradamente divertido. Las melodías 100% sintéticas y estridentes y las baterías electrónicas saturadas se complementaron perfectamente con una voz aguda y rota para hacer de Kap Bambino un grupo fuerte y muy a tener en cuenta dentro de la electrónica más punky.
El concierto comenzó tarde, pasadas las doce, para entonces había una mayor concurrencia, una entrada regular, lejos de las sesiones del viernes y el sábado, aunque es justo decir, que en los días previos hubo mucho "publico encontrado". Ayer solo los incondicionales, los que sabían que iban a un concierto, a un conciertazo. Un público joven les esperaba con una estética salida directamente de la Neo2. Jóvenes y rebeldes merodeaban tímidamente por el centro de la pista dejando lucir el último modelo en gafas de pasta, súper grandes, súper cuadradas, “súper divines”.
El bombín fue al suelo y la explosión se hizo carne, apenas una hora de concierto, pero a una intensidad espelúznate. El dúo Kap Bambino, formado por la desgarradora voz y la hiperactividad ultra enérgica (cualquier adjetivo es poco) de Caroline Martial y las bases de Orion Bouvier, no dejo indiferente a nadie. La elogiable improvisación interpretativa de su vocal bastó para llenar el escenario, la pista, el monitor, la mesa de los visuales… mientras un público sonrojado y semiestatico no sabía muy bien qué hacer. Tuvieron que pasar varios minutos para que la interacción hiciera de este show un directo sobradamente divertido. Las melodías 100% sintéticas y estridentes y las baterías electrónicas saturadas se complementaron perfectamente con una voz aguda y rota para hacer de Kap Bambino un grupo fuerte y muy a tener en cuenta dentro de la electrónica más punky.
Telúrico
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